viernes, 16 de julio de 2010

6. Mundial


“Toma la pelota Oooozil, se la pasa a Eschvaaaaeinsstaaaigueher, dispara al arco y…”
¡Ding-dong!
-¡No te creo, no me pueden molestar cuando el partido de Alemania está en lo mejor! Si es el maldito Jano, sabrá lo que se siente ser la jabulani
El Sangre se levanta de mala gana a abrir la puerta, mientras en la tele los relatores hacen parecer que se está perdiendo el partido de su vida. Abre y efectivamente, es su amigo Jano, quien tocaba la puerta con los codos.
- Ah, Jano, maldito gusano, cuántas veces te he dicho que no me molestes cuando veo fútbol, ¡menos cuando son las semifinales del mundial! Te voy a… ahhh, ¿qué traes ahí, es acaso un six pack de mis cervezas favoritas?? Ahhh, cómo te quiero Janito, pasa, pasa…
- ¿Ves que aprendí la lección, y ahora vengo con el antídoto a tu furia mundialera? Sigue metido en la cajita nomás, sólo quería que me acompañaras mientras paso la caña de mi vida con otra cerveza.
- Pero siéntate hombre, veamos buen fútbol un rato.
- Sabes que no me gusta verlo, que prefiero jugarlo, como cuando éramos chicos en la villa, y hacíamos partidos contra la villa del lado. A todo esto, anoche fui a la disco Kamazu, y me encontré con un loco que no veía desde chicos. Nos pusimos a tomar con unas minocas amigas de él, y precisamente nos acordamos de esos gloriosos partidos en la cancha de tierra. Con lo del mundial nos pusimos nostálgicos, ¡y terminé desafiándolo a un match deportivo como en aquellos tiempos! Cada uno va a juntar a los cabros de su villa, como estén, guatones, pelados y canosos, y vamos a jugar el partido definitivo de nuestras vidas! El equipo que gane se queda con el honor eterno, y los perdedores tendrán que pagar una penitencia… ¿qué te parece?
- Wow, Jano, veo que aún le tienes fe a los pies ligeros de tu amigo… pero ¿qué será del resto? ¡No he visto a los cabros hace años!
- No habría venido si no tuviera todo listo pues hombre, para eso está Facebook y todas esas redecillas… bueno, para eso y para jotear minas… La cosa es que ya junté a 5, y tú eres el 6º. Con eso ya tenemos el equipo de baby fútbol, y un cambio. ¿Qué me dices, te unes? ¿Por los viejos tiempos? ¿Por el honor de la villa? ¿Por el mundial?
- ¡Seguro, Jano, seguro! Pero debo decir que no juego hace años…
- Bueno, a todos nos pasa la vida por encima como un torbellino, yo tampoco juego desde el colegio, y estoy seguro que los rivales están en las mismas. ¡Será todo como siempre, sin técnica, puro corazón y patadas!
- ¡Eso me gustó!

Llega el día, el Jano luce un equipo nuevecito, sin uso, zapatos de futbolito nuevos, la camiseta de recambio de Alemania, de un negro radiante, cintillo para el pelo largo, canilleras vírgenes. El Sangre con su mejor pinta, zapatillas rotas negras, polera con hoyos, shorts a lo Caszely. El resto del equipo luce equipo nuevo y viejo, entre guatas, canas y cojeras tempranas producto del calentamiento, mezclados con todo tipo de accesorios futboleros. El único elemento común, es el que habían acordado via mail: poleras negras.
- ¿Qué haces con ese equipo tan nuevo, Jano? –le pregunta el Zapallón- Parecís profesional así…
- Hay que parecer profesional, con eso marcas la diferencia y derrotas mentalmente a tu adversario. Aparte, hay unas chicas que vienen a hacer barra, y claramente hay que impresionarlas. En cambio, mírate, Sangre, todo pililo, me da susto verte con esos trapos…
- Es que yo no vengo a modelar, vengo a dejar todo en la cancha, y como defensa, pretendo asustar al rival, y tirarme a barrer con ellos sin susto de ensuciar mi “polerita nueva”…
- Bueno, cada quien con su estilo, lo importante ¡es ganarles el partido y probar que fuimos y somos los mejores! ¿A todo esto, ya han pensado en la penitencia que les vamos a dar cuando pierdan?
- ¿Y si los hacemos disfrazarse de palomas en la Plaza de Armas mientras les tiramos miguitas? –dijo el guatón Orellana.
- Nooo, ¡mejor los hacemos comerse un pan con cebolla, leche en polvo, mermelada de ciruela y mortadela! –sugirió el Alcachofa.
- Tranquilos muchachos, ya habrá tiempo para planear su castigo –dijo con sabiduría el Jano-. Por ahora, mentalicémonos en elongar y practicar unos pases mientras esos gallinas salen del camarín.

Al rato, aparece el equipo rival, vistiendo poleras blancas. Estaban todos los archirivales de juventud, casi irreconocibles por el crecimiento y las embestidas de la vida, pero ciertamente ellos. De pronto, la cara del Sangre se desfiguró, y agarra del cuello al Jano.
- ¡Pero Jano, en qué estabas pensando! ¡Por qué no me dijiste que te encontraste con él… él…ÉL!
- Bueno, estabas concentrado en el partido, no me dejaste contarte con quien me encontré… pero ¿por qué tanto susto de repente?
Y entonces, suena el pitazo inicial.

Ahorraremos al lector las crudas imágenes que sobrevinieron, donde el equipo del Jano y el Sangre perdió por la abultada cuenta de 48 a 0. La humillación, la rabia, la frustración, no se borraron de sus caras en todo el partido. Sólo por un segundo una sonrisa cruzó por la cara del Sangre, y fue cuando contempló a todo su equipo, corriendo por la Plaza de Armas, enfundados en bikinis, mientras pagaban la penitencia perdida.
- ¡Jano, es mejor que corras más rápido! –dijo el Sangre, jadeando.
- ¿Y por qué, mi guapo amigo? ¿Te había dicho que el colalés te queda de maravillas?
- Ahhh, porque vienen corriendo los pacos detrás de nosotros, y porque si te pillo, ¡Te voy a matar por hacernos jugar contra el equipo del Pitbull Medel!
- Ah, perdona, es que no lo había reconocido en la disco, como no veo fútbol…
- ¡Y no lo volverás a ver, ni nada más, cuando te pille y te agarre a pelotazos!

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